Shelly y su marido Jeremy – de Carolina del Norte (Estados Unidos) – habían esperado con emoción en gran día. Su hija Rylan llegaba por fin al mundo y ya en el hospital parecía que todo iba bien.
A Shelly le tuvieron que practicar un cesárea, que acabó convirtiéndose en una pesadilla.
Los médicos habían perdido la esperanza
La niña, Rylan, se encontraba bien, pero Shelly había perdido mucha sangre durante la cesárea y acabó cayendo en coma y su estado era crítico.
Los médicos habían comenzado a perder la esperanza, y tras una semana en coma, no sabían cuál podía ser el desenlace.
Cuando ya nadie sabía qué hacer, a la enfermera Ashley se ocurrió una idea.
Ashley sabía que el contacto físico entre bebé y mamá era bueno para ambos, y pensó que quizá pudiese dar algún resultado poner a madre e hija juntas.
– Sabíamos que es bueno para la salud de los bebés el contacto físico con la mamá, podía funcionar al revés, cuenta la enfermera Ashley a USA Today.
Quería escuchar el llanto de su hija
El papá, Jeremy, puso a la pequeña sobre su madre y Rylan se durmió al instante. Aunque fue un instante precioso, no era eso lo que Ashley esperaba.
Jeremy quería la pequeña llorase para que ver si la madre reaccionaba. Jeremy movió a la niña para que se despertase, y justo después se produjo el milagro.
Shelly comenzó a moverse despacio y despertó. Su hija la había devuelto a la vida.
Los médicos la trasladaron entonces a una sección de rehabilitación donde ayudarle a recobrar las fuerzas.
Hoy las dos, madre e hija, están perfectamente. Rylan es una niña feliz y curiosa a la que le encanta cantar y bailar.
Shelly pensó que no tendría que volver a pisar un hospital, pero estaba equivocada. Ahora trabaja en los servicios de urgencias de un hospital de Carolina del Norte, donde atiende a personas que necesitan ayudan, como ella, tras el parto.
https://youtu.be/dxlr2EONcZo