Con el tiempo todos vamos envejeciendo y algún día llega el día cuando morimos. Esto desafortunadamente es el rumbo de la vida – y muchas veces hace nos quedemos solos, sin nuestra pareja o nuestros amigos cercanos.
Pero solamente porque uno ha vivido una vida larga no significa que uno ya no quiera mas amor o amistades. Yo diría que es lo contrario, tal vez es en esa soledad cuando uno más que todo necesita a a personas al alrededor.
Una persona que sabe muy bien lo que es la soledad es Dan Peterson, de 82 años. Después de haber perdido a su amada esposa Mary, se quedó semanas mirando las paredes. La tristeza era gigante, él sentía que ya no valía la pena vivir.
pero un encuentro inesperado con una niña de 4 años en la tienda iba a cambiar su vida para siempre.
Esta es Tara Wood. Ella es madre de siete hijos pequeños y los ama infinitamente.
Cuando su hija Norah cumplió 4 años, le pasó algo increíble.
Ella sintió que tenía que compartir una historia, que ahora se difunde por el mundo.
Puede ser un poco larga, pero te recomiendo que la leas toda – porque realmente lo pone a uno a reflexionar.
“El día antes de que mi hija Nora cumpliera 4 años, sucedió algo impresionante.
Después de sus clases de preescolar, me comenzó a hablar sobre un señor mayor que estaba cruzando el parking.
Me dijo que le caían bien las personas mayores: ’Me gusta la gente mayor porque caminan igual de lento que yo y tienen la piel igual de suave que yo. Pronto morirán todos, así que quiero darles todo el amor que pueda antes de que se mueran.’
Pues sí, sonó un poco oscuro y extraño la última parte de su comentario, pero igual me gustó su forma de pensar.
Me sorprendió su compasión y publiqué sus palabras en Facebook al llegar a casa, en ese momento no comprendía cuán en serio ella estaba hablando.”
“Al día siguiente era su cumpleaños, cuando íbamos a casa después del colegio, me preguntó si podíamos pasar por el mercado a comprar postres para celebrar su cumpleaños con sus hermanos después de la cena. ¿Cómo podría negarle eso en su cumpleaños?”
“Metí a Norah y a su hermana menor en un carrito del supermercado, fuimos directo a los postres, tras haber escogido unas galletas me detuve por un letrero de publicidad que me llamó la atención.
Mientras que yo estaba ocupada devolviendo unos productos que había encontrado antes, vi que Norah se había levantado en el carrito y señalaba emocionada: “¡Hola viejito! ¡Hoy es mi cumpleaños!’
El hombre era mayor con una cara sin expresión y tenía cejas grandes, antes de haberle podido regañar por llamarle “viejito”, el señor se detuvo y se dio la vuelta hacia ella.
Si se había molestado por su falta de educación entonces no lo mostró, su expresión cambió a una cara amable y luego contestó: ’¡Hola chiquita! ¿Y cuántos cumples hoy?’
Hablaron unos minutos, el señor dijo ’feliz cumpleaños’, luego nos despedimos.”
“Nos encontramos al mismo señor un poco más tarde y nos acercamos, ’Disculpe señor, ésta es Norah. ¿Quiere saber si te gustaría hacerte una foto con ella por su cumpleaños?’
El hombre primero se veía confundido pero luego sonrió y se puso contento.
Tomó un paso hacia atrás, se apoyó en el carrito y puso una mano en el pecho y preguntó: ’¿Una foto? ¿Conmigo?’
Norah contestó inmediatamente: ’¡Sí, por mi cumpleaños!’
El señor aceptó, saqué mi iPhone y posaron juntos, ella colocó su mano suave encima de la suya, la miró en silencio con los ojos felices, le pregunté por su nombre y me dijo que se llama Dan.
En esa magia que nos envolvió se formó una cola detrás de nosotros, pero a nadie le molestó, Norah y Dan sólo hablaron como si se conocierona de toda la vida.”
“Después de unos minutos le agradecí al señor por haberse tomado el tiempo con nosotras, se le saltaron las lágrimas y respondió: ’No gracias a VOSOTRAS, es el mejor día desde hace mucho tiempo. ¡Me has alegrado el día, Norah!’
Se abrazaron de nuevo y luego salimos del mercado, Norah siguió mirando al señor hasta que lo perdimos de vista.
Estaría mintiendo si dijera que no estaba conmovida hasta llorar por ese encuentro, me sorprendió por completo la situación, pensé que a algunos de mis seguidores en Facebook también les podría gustar esta historia.
He publicado la historia en Facebook junto con una foto.”
“Más tarde esa noche recibí un mensaje de un seguidor local que había reconocido a Dan.
Su esposa Mary había fallecido unos meses antes y el señor había estado muy solo desde entonces, quiso que yo supiera que sin duda el gesto de mi hija le había llegado al corazón, le hacía falta algo así y nunca olvidará ese momento.
Le pedí el número de Dan y le llamé unos días después.”
“Fuimos a visitar a Dan en su casita acogedora, con orgullo había decorados las paredes con fotos y recuerdos de su amada Mary, se había cortado el cabello, afeitado la barba y estaba vestido con un pantalón de traje y mocasines, se veía casi diez años más joven.
Había sacado una mesa para niños, papel y colores para Norah, preguntó si quería dibujar algo que podrían colocar en su nevera, ella se alegró mucho y comenzó a dibujar.
Al final pasamos casi tres horas en casa de Dan, tenía mucha paciencia y era muy amable con mi hija quien estaba llena de energía y movimientos.”
“Ahora Norah pregunta por Dan cada día, se preocupa por él, si está solo, si tiene frío o si tiene queso para sus bocadillos, ella sólo quiere que esté bien y que se sienta amado.
Dan también piensa en Norah, cuando nos vimos la última vez me contó que casi no había dormido desde el fallecimiento de su esposa, pero después de haberm conocido a Norah, ha dormido bien todas las noches.
’Norah me ha curado’, cuanta el señor.
Me quedé sin palabras y con los ojos llenos de lágrimas.”
“Hay 78 años de diferencia entre los dos, pero de alguna manera encajan sus corazones y almas.
Norah y yo hemos prometido visitar a Dan cada semana, aunque a veces solo sea unos 15 minutos, para un abrazo rápido o para dejarle un poco de queso.
Le he invitado para que pase el día de “acción de gracias” con nosotros, si quiere o no, igual ahora forma parte de nuestra familia.
A veces una charla con un desconocido puede resultar en experiencias nuevas y bonitas, deberíais probarlo.”
Aquí puedes ver cuando Dan, de 82 años, cuenta sobre el momento que cambió su vida para siempre: