Uno siempre deber tener cuidado con el alcohol. Si uno toma demasiado la probabilidad de que uno haga algo de lo que se va a arrepentir aumenta. O peor, uno puede hacer lago maravilloso y olvidarse de eso inmediatamente…
Yo encontré esta historia ficticia en la red hoy y me causó mucha gracia así que la tengo que compartir con ustedes.
El hombre se despierta con una cara desfigurada y solamente recuerda fragmentos de la noche anterior. Lo que pasa después es… ¡bueno, no les voy a revelar el final!
Un hombre casado, Enrique, se despertó con una resaca pesada después de haber ido a un bar con unos amigos.
Ni se acuerda como llegó a la casa.
«Mierda», dice Enrique y se pone a pensar si hizo algo mal la noche anterior. Se tuvo que obligar para poder abrir los ojos. Y lo primero que ve es un vaso de agua y unas pastillas para el dolor de cabeza en la mesita de noche.
Enrique se sienta y ve su ropa doblada y arreglada en una silla al frente.
Se toma las pastillas y luego cuando ve un ojo negro mirándolo de regreso en el espejo del baño queda de piedra.
Luego ve una nota colgada en la esquina del baño. En la nota habían pequeños corazones pintados y su esposa también había puesto una marca de sus labios pintados de rojo. «Amado esposo, anoche llegaste muy borracho e hiciste mucho escándalo. ¡Pero no te preocupes! El desayuno está en la mesa, yo me fui temprano para que pueda preparar tu comida preferida esta noche. Te amo. Tu Jillian”.
Enrique se fue caminando a la cocina y ahí estaba el desayuno, café recién hecho y un periódico. Su hijo también estaba ahí comiendo.
Enrique le preguntó:
”¿Hijo, sabes qué pasó anoche”
Se revela la verdad
”Pues tu llegaste a la casa después de las 3 de la mañana y estabas súper borracho y loco. Te caíste encima de una mesa en el salón y la dañaste. Luego vomitaste en todo el piso y te chocaste con una puerta y por eso tienes ese ojo negro.!
Confundido le preguntó a su hijo:
”¿Bueno, pero entonces por qué tu madre está de tan buen humor, y por que hay desayuno para mi en la mesa?»
El hijo respondió, “Ajá, eso…Si porque cuando mi mamá te llevó al dormitorio y te trató de quitar los pantalones tu gritaste ‘¡déjame en paz, soy un hombre casado!”
Enrique quedó tan tranquilo que se puso a llorar.
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