Tengo una amiga que dice que no importa cómo de grave sea la situación ni qué digan los médicos, nunca hay que desconectar a una persona que está en coma. Nunca. No tengo más remedio que darle la razón después de conocer esta historia, me ha puesto la piel de gallina.
La Navidad es uno de los momentos más especiales del año, sobre todo para los más pequeños. Pero para Dylan Askin, de 2 años, y su familia, la Navidad de 2015 se convirtió en la peor de sus pesadillas.
Esa Navidad esta familia de Shelton Lock (Derbyshire), en el Reino, recibió la peor de las noticias. Los médicos diagnosticaron al pequeño Dylan Askin histiocitosis pulmonar de células Langerhans, un tipo de cáncer que llena los pulmones de quistes. Es un tipo de cáncer poco común que solo se da en uno de cada millón de niños, según televisa NEWS.
El cáncer le hizo casi dejar de respirar. Los médicos consiguieron estabilizarlo, pero en los siguientes meses el pequeño tuvo que estar entrando y saliendo del hospital constantemente. Finalmente el viernes de Semana Santa los médicos le dijeron que se preparasen para despedirse de Dylan.
«Fue horrible, no hay forma de describirlo. Pero el sábado decidimos que si no había posibilidades de recuperación, no queríamos que sufriera», cuenta la madre, Karin, a 5News.
«Decir adiós, dejarlo ir… uno se siente culpable porque era como si estuviésemos dándonos por vencidos, ha sido muy duro, y hemos roto a llorar hasta en el supermercado», añade Mike, el padre de Dylan.
Pero justo cuando iban a retirarle la respiración asistida, Karin vio que su hijo empezaba a moverse. Los médicos no podían creerlo. Tras varias semanas en cuidados intensivos, Dylan estaba en casa jugando con sus hermanos.
Tras eso, Dylan tuvo que continuar con la quimioterapia, pero sin duda él es, como dice su madre, una de esas recuperaciones históricas.
Karin y Mike dicen que Dylan es un superviviente que hace todo a su propio estilo. Ahora solo nos queda desearle lo mejor a Dylan y a su preciosa familia.
Comparte para recordar a todos la importantísima y trascendental decisión que es apagar un respirador, porque cuando hasta la esperanza se ha perdido, puede ocurrir el milagro.