Mujer le regala galleta al piloto – se la come muy feliz hasta leer la desgarradora nota

Trabajar como piloto es uno de los trabajos más difíciles del mundo. Los pilotos tienen una responsabilidad enorme ya que son responsables de todos los pasajeros.

Esta historia se trata del piloto Chad. Un día normal de trabajo le iba a pasar algo que iba a cambiar su vida para siempre. Además esto le ha dado la vuelta al mundo conmoviendo a miles de personas.

Esta es la historia contada por el piloto, según Tickld.

A veces los mejores regalos son los más inesperados. Yo empecé el día y controlé todos los instrumentos para preparar todo para mi último vuelo de este día. Era un vuelo corto de Atlanta a Macon. Eran alrededor las 19.30 de la noche el día antes del 25 de diciembre. Pero en lugar de estar reunido con mi familia, ese día me encargaría de transportar a personas para que se reunieran con sus seres queridos.

El avión se empezó a llenar de pasajeros cuando de repente escuché alguien detrás de mi. De reojo pude mirar que en la puerta de la cabina de pilotos había un niño de unos diez años mirando el panel de control con mucho interés. Cuando nuestras miradas se cruzaron inmediatamente se giró.

”Espera. Oye pequeño ven aquí», le dije.

Al mirarlo me hizo recordar mi infancia, yo tenía más o menos su edad cuando miré por primera vez el panel de control de un avión. El panel era tan brillante como un árbol de Navidad y no veía la hora de empezar a estudiar para ser piloto.

Hoy en día tengo 24 años y soy piloto de una aerolínea domestica, muchas veces me pregunto si tomé la decisión correcta. Yo paso la Navidad lejos de mi familia, ¿qué es realmente lo que he hecho con mi vida? 

El pequeño niño entró con cuidado a la cabina.

¨Me llamo Chad”, le dije y le di la mano.

Con cuidado él me dio su mano.

“Yo me llamo Sam”, dijo el niño y se giró hacia la silla vacía a mi lado.

¨¿Es el asiento del capitán?¨, preguntó. 

¨Si es el asiento donde va el capitan Jim¨, alce mi mano y toqué tela gastada del asiento y le dije:

¿Te gustaría sentarte en su lugar?¨

Los ojos de Sam me miraron con cuidado.

”No sé, osea, si a ti te parece que está bien.”

 

Shutetrstock (la foto no tiene nada que ver con la historia)

Bajé el asiento para que pudiera sentarse. Al capitán Jim no le gustaba mostrar su puesto, ¿qué iba a decir si veía que un niño estaba sentado en su silla?
“Bueno, es Navidad”, pensé.

Observé las maletas que subían al avión y en ese momento me puse a pensar en los regalos de Navidad que esta vez no podría llevarle a mi familia. Miré mi reloj y faltaba muy poco para que el capitán volviera, pero el pequeño Sam se veía emocionado que no quería arruinar su alegría. Revisé el panel de control nuevamente y le iba explicando a Sam cual era la función de cada botón. Al final entró el capitán Jim.

¨Buenas tardes compañero”, le dijo a Sam con una gran sonrisa.
¨Sabes pequeño, no tengo inconveniente en que estés un momento más con nosotros sólo si me dejas sentar ahí¨, explicó Jim.

Sam se levantó del asiento del capitán.

Cuando comencé a preparar el despegue, pensé que el capitán iba a enviar a Sam a su asiento pero no fue así y el pequeño continuaba mirando sobre mi hombro.

Me di cuenta que el capitán seguía mirando el panel de control.
“Estoy mirando esto una última vez”, dijo y siguió.

“Ustedes pueden preparar el despegue.

¿Ustedes?, dije. ¿Dijiste ustedes?

“Sí”,  contestó el capitán.

Yo miré a Jim y al panel de control. Preparé todo y me giré hacia Sam.

¨¿Alguna vez has despegado un avión?¨, le pregunté a Sam.
Con ojos me contestó con la cabeza que no. Siguiendo mis instrucciones, Sam oprimió un botón en el panel de control que activó los indicadores, después presionó un botón que daba inicio al motor, al final subió una palanca con sus dos manos para introducir el combustible. En ese momento la turbina se encendió, muy sorprendido Sam se alejó lentamente de la palanca, Estaba feliz. Prácticamente había encendido un motor él solo. Si yo tuviera su edad seguramente no lo hubiera creído de haberlo hecho yo mismo. Después de eso le di las gracias por ayudarme.

¨No, muchas gracias a usted. Fue muy divertido¨, dijo Sam.

Cuando se dirigió a la puerta de la cabina se escuchaba el sonido ensordecedor del motor.

“Feliz Navidad pequeño”, le dijo el capitán.

Parecía como si Sam iba a llorar de felicidad.

Nos miró una última vez y se fue. Encendimos el resto de motores y arrancamos. 40 minutos más tardes estábamos en Macon.

 

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Temprano al siguiente día, en Navidad, entramos a la cabina para preparar el avión y dirigirnos a Atlanta, uno de los agentes de seguridad se acercó y tocó la puerta.

¨Buenos días señores, esta mañana vino la madre de un niño y quería que les diera las gracias personalmente por mostrarle a su hijo como se enciende un avión. También dejó esto para ustedes y dijo que el pequeño no había dejado de hablar de su estupenda experiencia.”

El agente de seguridad les entregó un paquete de galletas.

El capitán abrió la lata y mordió una de las galletas de chocolate, después abrió la nota que había dentro y la leyó en silencio.

Después miró fijamente y dijo: ¨Ese  pequeño tiene cáncer¨, luego leyó la nota en voz alta.

Hola chicos,

Gracias por permitir que mi Sam pudiera estar en el avión con ustedes. Hace un tiempo le diagnosticaron cáncer y ha pasado por quimioterapia en Memphis. Esta es la primera vez que está en casa después del tratamiento. Nos fuimos en auto al hospital, pero como le encantan los aviones decidimos que nos íbamos a regresar en avión. No estoy segura de que va poder volar otra vez. Sus médicos han dicho que probablemente solo le quedan unos meses. Siempre ha soñado en ser piloto. El vuelo de Memphis a Atalanta fue muy emocionante para él. Él no pensó que un vuelo con vuestro “pequeño” avión podía ser tan divertido, pero le dieron el regalo de Navidad más lindo q ue uno se puede imaginar. En algunos minutos su sueño se hizo realidad, gracias a ustedes.” 

Yo me quedé mirando la pista de aterrizaje y el sol. Cuando mire a Jim él todavía estaba mirando la nota. Una azafata entró  y dijo que los pasajeros estaban listos para despegar. Ella organizó las galletas y miramos las últimas cosas. El capitán Jim dijo con voz baja, “enciende el motor número 4”.

 Me hubiera encantado estar con mi familia en estos tiempos para abrir los regalos de Navidad. Pero este niño me mostró que a veces los mejores regalos son los más inesperados. A veces los extraños nos dan los regalos más lindos. Esto me lo llevo para el resto de la vida.  

/Chad

Esta historia me llegó a corazón, te invitamos a pasarla si también opinas que estos pilotos se merecen todos los aplausos del mundo.