Tengo que reconocer que me molesta mucho que desconocidos se metan en la vida de familiar de otras personas para darle «consejos».
No estamos en la situación de los demás y es difícil saber cómo se enfrenta cada personas a cada situación, entonces ¿para qué abrir la boca y opinar?
La madre Kelly Dirkes está acostumbrada escuchar este tipo de consejos no deseados de completos extraños.
Ella y su esposo adoptaron una niña de dos años con síndrome de Down y muchos desconocidos se acercan a ellos para darles consejos que no han sido pedidos.
Hace poco estaba Kelly en una tienda y llevaba a su hija en brazos, y mientras camina entre los pasillos, una mujer se le acercó para darle su opinión sobre su hija.
La impertinente mujer le dijo que su hija iba a ser una «malcriada» si nunca aprendía a ser independiente, si su madre seguía llevándola en brazos.
A Kelly le tomó tan desprevenida el comentario que no supo qué contestar. En ese momento solo quería poner a la mujer en su lugar, pero decidió calmarse, le dio un beso a su hija en la cabeza y preparó su respuesta cuando se le había pasado la ira.
Cuando llegó a casa, Kelly escribió una carta a la mujer. Sus palabras son tan acertadas que todos deberían leerlas.
Estimada señora de la tienda,
Ya lo he oído antes, ¿sabe? Que estoy «malcriando a esta niña». Usted estaba convencida de que mi hija nunca aprendería a «valerse por sí misma».
Le sonreí, besé a mi hija en la cabeza y continué comprando.
Si usted supiese lo que yo sé. Si usted supiera que esta niña se pasó los diez primeros meses de su vida sola en una cama de metal. No había nadie que pudiera consolarla.
Si supiera cómo se veía su carita cuando el personal del orfanato me dejó tomarla en mis brazos por primera vez – fue un corto instante de paz, mezclada con puro horror.
Nadie la había abrazado así antes y ella no sabía qué hacer.
Si supiese cómo estaba tumbada en su camita, despierta, sin llorar nunca – porque sabía que nadie iba a hacerle caso de todas formas.
Si supiese cuánta angustia formaba parte de su día a día, cómo se golpeaba la cabeza contra la cuna.
Si supiera que esta niña es una muestra viviente de «independencia» – y cómo pasaremos minutos, horas, días y años tratando de deshacernos de este «trauma» de esta «independencia».
Si usted supiese lo que yo sé.
Si usted supiera que esta llora niña cuando es tomada en brazos en lugar de cuando es dejara.
Si usted supiese que esta niña «canta» a pleno pulmón por la mañana , o después de su siesta, porque sabe que su grito va a hacer que alguien la saque de su cuna de metal o le cambie el pañal.
Si supiera que esta nena hizo llorar a todos el día que llegó a nosotros, estaba tan necesitada de seguridad.
Si usted supiera todo lo que yo sé.
«Mimar a esta niña» es lo más importante que que he hecho nunca, y es un privilegio. Voy a tenerla entre mis brazos un rato más, o tanto como me lo permita, para que comprenda que está segura ahora.
Que pertenece a una familia. Que es querida.
Si usted supiera…
A menudo no tenemos ni idea de lo que están viviendo o han vivido otras personas y sin embargo opinamos con demasiada rapidez.
Pero no deberíamos juzgar a nadie porque no estamos en su situación. Si aplauden la valiente carta de esta mujer, no duden en compartirla.