Ningún padre quiere que su hijo esté mal o sufra. Y uno siempre hace todo lo posible para que sus hijos estén bien y con buena salud. Pero a veces las cosas no salen tan bien y no siempre mejoran. No importa la cantidad de amor, besos y las oraciones, a veces las cosas no mejoran.
Bailey empezó a sentirse mal en el verano del año 2016, así que los padres lo llevaron donde el médico. Primero pensaban que era un resfriado y lo mandaron a casa. Cuando no se mejoró los médicos le dieron antibióticos, pensaban que tenía una inflamación en los pulmones.
Pero Bailey empeoraba y al final los padres, Lee y Rachel, recibieron la noticia que ningún padre quiere escuchar.
Su hijo de ocho años tenía linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer que surge en los linfocitos.
Inmediatamente empezaron con el tratamiento y después de haber pasado por quimioterapia parecía que Bailey iba a sobrevivir.
RIP young man. You were so brave https://t.co/3f8VNMsvWl
— Bristol Live (@BristolLive) January 12, 2018
”Pensaban que ya no habían señales de cáncer», le dijo Lee a Bristol Post. Bailey se recuperó rápido y hasta pudo regresar al colegio, aunque tenía que ir a controles regulares en el hospital para asegurarse de que el cáncer no hubiera regresado.
Desafortunadamente no tardó mucho hasta que el cáncer regresó. Alrededor de Semana Santa del año pasado Bailey entró al hospital otra vez.
Otra vez comenzó el tratamiento, le dieron 70 por ciento de probabilidad de sobrevivir. Pero los tratamientos iban a ser muy pesados para su cuerpo.
En julio estaba lo suficientemente bien para poder dejar el hospital. Peo el cáncer no se rendía y después de seis semanas Bailey estaba de vuelta en el hospital. Esta vez la situación era grave.
Ahora tenía cáncer en etapa cuarta y se había difundido al hígado, a los pulmones y al estómago.
Los médicos le dijeron que solo le quedaban semanas, tal vez días.
Pero Bailey tenía una meta, él iba a luchar hasta que su hermanita naciera a finales de noviembre.
Y Bailey luchaba. Los tres meses fueron terribles. Aunque Baile empeoraba la familia trataba de hacer todo para que su último tiempo fuera valioso y lindo.
Bailey tomaba fuertes medicinas para soportar el dolor y todo el tiempo se ponía peor.
Cuando nació la hermanita él quería que se llamara Millie, y así fue.
Bailey hizo todo lo que un hermano mayor suele hacer, abrazó a su hermanita, le cambió lo pañales, la baño y le cantó. Pero apenas Mille hubiera nacido las cosas para Bailey también fueron rápidas.
Según el pronóstico ni debería haber sobrevivido a su hermana. Y apenas la conociera empezó a irse.
El viernes 22 de diciembre trasladaron a Bailey porque había empeorado, ahora se ponía peor por cada hora que pasaba.
El 24 de diciembre a las 11.45 del día la familia entendió que estaban cerca del final y le dijeron:
”Bailey es hora de terminar”.
”Justamente cuando dijimos ‘terminar´ él tomó su último respiro y le salió una lágrima. Fue pacífico.»
Justamente antes Bailey había dicho algo muy conmovedor sobre su hermanita recién nacida, le cuenta la familia a Bristol Post.
”Yo me quiero quedar, pero llegó la hora de irme y convertirme en su ángel de la guarda.»
Bailey dejó a su familia y a este mundo demasiado temprano y siempre lo vamos a recordar.
Perder a un ser querido es de lo peor que le puede pasar a uno. Pero nunca podemos olvidar que siempre están en nuestros corazones.
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