Como la mayoría de las parejas con unos años de relación, Katie y Josh Butler querían formar su propia familia.
Llevó un tiempo, pero cuando Katie supo que estaba embarazada, se pusieron muy felices.
Pero acaban de comenzar su viaje como padres cuando la vida los sorprendió con un repentino y trágico final.
Como la mayoría de las parejas con unos años de relación, Katie y Josh Butler querían formar su propia familia.
Llevó un tiempo, pero cuando Katie supo que estaba embarazada, se pusieron muy felices.
Pero acaban de comenzar su viaje como padres cuando la vida los sorprendió con un repentino y trágico final.
Cuando Katie se hizo una ecografía, en la semana 20, el médico vio algo que hizo que el corazón se le parara.
Algo iban obviamente mal. El niño no crecía de forma «normal», según los médicos.
”Nosotros esperábamos que el embarazo se desarrollase con normalidad, pero nos vimos obligados a ir al médico una vez por semana para supervisar el desarrollo del niño», cuenta Katie.
Katie y Josh escucharon cientos de explicaciones de lo que podía haber ido mal, pero nadie sabía con seguridad la razón por la que el bebé no crecía.
«Nos dijeron que el cuello era más grueso de lo normal y que tenía los pies hinchados», cuenta Katie al periódico The Advertiser.
Katie decidió continuar con el embarazo. En la semana 39 nació su hijo, Dewey.
El pequeño Dewey pesó solo 1.800 gramos y fue llevado inmediatamente a la sección de neonatos, donde tratan a los niños que nacen antes de tiempo o enfermos.
Las siguientes semanas fueron duras para Josh y Katie.
Cada día recibían nuevas noticias de Dewey y la mayoría estaban relacionadas con nuevos defectos o enfermedades que los médicos habían detectado en el pequeño.
El síndrome del niño era muy raro y ni los médicos estaban seguros de cuáles serían las consecuencias para este pequeño luchador.
Lamentablemente el desarrollo fue mal, Dewey seguía desarrollando nuevos problemas de salud.
En septiembre de 2015 le realizaron una operación rutinaria.
Pero, como todos sabemos, no hay ninguna operación, por rutinaria que sea, que sea cien por cien segura, siempre hay riesgos.
Cuando Katie y Josh vieron que pasaban las horas y el niño seguía en el quirófano, imaginaron que algo no había ido según lo planeado.
Pronto se confirmaron sus peores temores. Dewey había fallecido en la mesa de operaciones.
Los cirujanos habían intentado insertarle un tubo de alimentación, pero durante la operación, el pequeño corazón del niño simplemente se había rendido. Dewey tenía 132 días.
Como es natural, los padres estaban completamente desolados:
«No estábamos preparados para eso, su muerte fue muy traumática», cuenta Katie.
Una mezcla de culpa y tristeza invadió a Katie. Ella y Josh intentaron seguir adelante, pero fue muy duro.
Hasta que una de las enfermeras del departamento neonatal llamó 4 días después de la muerte de Dewey.
La enfermera, emocionada, le contó a la pareja que había un bebé, en la quinta planta, que necesitaba desesperadamente una mamá y papá.
Después de todo no saldrían del hospital con las manos vacías.
Katie y Josh no sabía qué esperar, pero cuatro días después conocieron a un lindo niño llamado Brax, en el hospital infantil.
Brax nació prematuro y con problemas de salud, como Dewey.
Había llegado a los 11 meses de vida, pero nunca había podido dejar el hospital. Brax tenía presión arterial alta en la arteria pulmonar, sus pulmones no podían eliminar todo el dióxido de carbono que produce el cuerpo. Por esta razón tiene que llevar una mascarilla para respirar.
Pero, a diferencia de Dewey, su salud tenía una posibilidad de mejorar con la edad.
Katie y Josh se llevaron a Brax a casa, en acogida, y unos meses después recibieron la noticia de que podían adoptarlo legalmente.
«Cuando nos lo llevamos a casa, su salud comenzó a mejorar. Necesita aún oxígeno, pero sus movimientos y apetito han mejorado mucho. Ahora nos reconoce, y ha completado nuestra familia, el amor que sentíamos por Dewey es el que sentimos por Brax».
Cuando Katie y Josh estaban en sus momentos más tristes, la luz apareció al final del camino, con un pequeñín en los brazos que necesitaba su ayuda. Para Katie y Josh, Brax fue un ángel en el momento adecuado.
Puede que no podamos controlar el destino, pero podemos hacer todo lo posible para aprovechar al máximo cada situación y dar tanto de nuestro amor como sea posible.
¡Esta familia merece todo el apoyo y todas las fuerzas y ánimos del mundo, dale a ‘compartir’ para contribuir!