Para la gran mayoría de los padres, dar la bienvenida a un bebé al mundo es una ocasión especial y alegre.
Lamentablemente, en el mundo en el que vivimos, a veces se pueden producir momentos de una crueldad inesperada y de una locura inexplicable, como se evidencia en historias como ésta.
En octubre de 2018, un padre descontento en el sur de China, sacó a su bebé recién nacida del centro de salud Magui, un hospital de Guangdong, y trató de asesinarla.
¿Su crimen? No haber nacido varón.
Según los informes, el padre quería tener un hijo en vez de una hija, y tomó a su bebé recién nacida, la colocó en una bolsa de nilón y huyó hacia un bosque cercano.
Una vez allí, la arrojó por un precipicio y la dejó allí para que muriera.
El centro médico de inmediato llamó a la policía para denunciar la desaparición de la bebé de sus instalaciones y tras comenzar una investigación se llegó a la sospecha de un secuestro por parte del padre.
Tras ceder ante el interrogatorio, admitió que había abandonado a su hija en una bolsa tratando de deshacerse de ella.
La policía corrió al lugar del suceso
La policía se apresuró al lugar del suceso, bajando lentamente por el acantilado buscando al bebé que seguramente había muerto por la caída.
Y mientras iban bajando, comenzaron a oír unos ruidos que seguramente les sorprendieron enormemente: Era el llanto de la niña pidiendo ayuda.
De alguna manera, la niña había aterrizado entre las ramas de los árboles y, por lo tanto, su caída había sido amortiguada. El equipo de rescate la encontró a 30 metros por debajo del borde de la roca, enredada entre las ramas, pero finalmente a salvo.
Milagrosamente no había sufrido lesiones graves y fue ingresada de nuevo en el hospital en Guangdong hasta recuperarse. Una vez que le dieron de alta, la niña fue devuelta a su madre y ahora está segura, sana y salva.
Ni hay que decir que las acciones del padre no tienen cabida en nuestro mundo. ¿Qué clase de padre podría hacerle eso a su propio bebé?
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