El envejecimiento es un proceso natural de la vida. Comienza el momento en que nacemos.
Curiosamente, la mayoría de nosotros vivimos bajo la ilusión de que nosotros y nuestros seres queridos nunca envejeceremos.
Enfrentar esta realidad es el comienzo de una relación saludable con la vida, el envejecimiento y la muerte.
¡Aquí hay un poema que predica el beneficio práctico del pensamiento positivo a medida que envejecemos!
No me pasa absolutamente nada;
Estoy tan sano como puedo estar.
Tengo artritis en mis dos rodillas;
Y cuando hablo, hablo con jadeos.
Mi pulso es débil, y mi sangre es fluida,
pero estoy terriblemente bien para mis años.
Tengo soportes de arco para mis pies
o no sería capaz de caminar por la calle.
El sueño se me niega noche tras noche,
y por la mañana me levanto con ojeras.
Mi memoria falla, mi cabeza da vueltas,
pero estoy bastante bien para como estoy.
La moraleja es, ahora que el cuento termina,
que para ti y para mí que nos volvemos viejos,
es mejor decir «estoy bien», con una sonrisa,
que dejarles saber cómo nos vemos.
La vejez es oro, o eso he escuchado,
pero a veces me pregunto, cuando me meto en la cama
con mis oídos en una caja, mis dientes en un vaso,
mis ojos en la mesa hasta que me levanto
cuando el sueño emborrona mis ojos,
me pregunto: ¿Debería dejar algo más en el estante?
Cuando era joven mis zapatillas eran rojas,
podía subir mis tobillos sobre mi cabeza,
cuando era joven mis zapatillas eran azules
y podía bailar durante toda la noche.
Ahora que soy viejo mis zapatillas son negras
y jadeo al ir a la tienda y jadeo al regresar,
me levanto cada noche y agudizo mi ingenio,
y me alegro por cada minuto vivido junto a estos recuerdos
porque soy un arca del tesoro llena de momentos.