«Deja que salga, a ver si pilla el coronavirus» – la desgarradora historia de una voluntaria en un hogar de ancianos

Durante esta pandemia infernal provocada por el coronavirus, miles de personas están muriendo por todo el mundo, muchos de ellos en España y la mayoría, ancianos.

Las personas mayores son las más vulnerables en todos los sentidos. Su salud suele ser más frágil y en muchas ocasiones viven en hogares de ancianos donde las personas que los cuidan no son sus familiares.

La mayoría de estos hogares cuidan muy bien de sus residentes, eso que vaya por delante, pero lamentablemente, no todos.

Desde una residencia de ancianos nos llega una desgarradora historia que nos cuenta una voluntaria que asistió el pasado lunes 30 de marzo a ayudar: «Lo que vi es inhumano», cuenta esta voluntaria según recoge La Vanguardia.

Ya se pueden imaginar que su relato no es precisamente un cuento de hadas.

Foto: Banco de imágenes Pixabay

Raquel decidió que tenía que ayudar a los que más lo necesitaban. Y con esa intención se presentó en una residencia de ancianos de Cataluña. Seis hora duró su voluntario. No pudo soportar más lo que allí vio.

«A ver si pilla el coronavirus y se muere»

Raquel Alonso Chicharro llegó el lunes 30 de marzo a la residencia, de la que no dan nombre ni dirección.

Nada más llegar al lugar, Raquel dice que se encontró con una decena de usuarios con síntomas claros de Covid-19, tos, fiebre alta y diarrea.

Según cuenta Raquel a La Vanguardia, en lugar de controlar que los ancianos sanos no salgan de sus habitaciones, los animan a que lo haga, haciendo comentarios como: «A ver si pilla el coronavirus y se muere».

Golpes en lugar de comida

Los almuerzos, sin aparente razón, no llegaban a todas las habitaciones, y Raquel cuenta también que no es raro que despierten a los residentes a golpes o a gritos, los muevan con brusquedad de las camas y no les cambien el pañal.

Un anciano le pidió a Raquel si le podía cambiar el pañal, y cuando empezó a hacerlo llegó una de las trabajadoras y le dijo: «¿Qué haces? Si se ve a volver a cagar».

Algunos trabajadores ponen motes a los ancianos, como la loca o el cabrón, cuenta Raquel.

Su mirada lo dice todo, saben que de esta no pasan

Desde que llegó, Raquel, notó que la gestión no era buena, pero lo que iba a ver era mucho peor que una mala gestión, era algo inhumano.

Raquel cuenta que al ver a los ancianos su primera impresión fue:»se están muriendo».

Raquel presenció cómo una de las empleadas tiraba con violencia del brazo de un anciano para pasarlo de la cama a la silla de ruedas. El hombre se quejó: «Ay, ay. Me haces daño». Raquel dice que la mirada del anciano se le ha quedado clavada. «Los miras a los ojos y te lo dicen todo. Son muy conscientes de que los maltratan y de que de esta no pasan», cuenta.

Hubo un momento en el que pudo salir de la zona de los enfermos a la zona de los que no presentaban síntomas, y el panorama no es más alentador. Los ancianos estaban sentados en sillas, sin fuerzas para moverse, y las cámaras convenientemente tapadas para que no pudieran grabar nada de lo que allí ocurre.

Los ancianos estaban incomunicados

Raquel cuenta que los teléfonos fijos de la residencia están descolgados, y no le dan a los ancianos sus teléfonos móviles, que no paran de sonar, los familiares llaman insistentemente.

Cuando terminó su turno, a las 14:30, Raquel informó de que no iba a volver. No podía ser testigo de «tanta crueldad».

Raquel informó a las autoridades de lo que estaba ocurriendo y al parecer ya se están tomando medidas.

Hay que hacerlo, hay que hablar y denunciar, como ha hecho Raquel. No podemos permitir que nuestros mayores, aislados en residencias y ancianatos, sean tratados así. Por Dios, la dignidad no debe quitárnosla nadie, ni un virus, ni una demencia, ni nada. Mando todo mi amor a estas personas. Comparte mi deseo si estás de acuerdo.