En nuestro día de boda mi madre entregó a mi marido una nota. Una nota que pertenecía solo a ellos dos”

Decir que uno tiene neumonía, se ha partido una pierna o está resfriado… Eso es fácil de entender y manejar para la gente de tu alrededor.

Pero decir que vives con angustia y con problemas psíquicos es mucho más difícil de entender. Y aunque no se ve de igual manera, esto no es algo inusual.

Cerca del 25 por ciento de las mujeres y el 15 por ciento de los hombres en países con alto nivel de desarrollo, sufren de alguna forma de problema psicológico, como es la angustia o la preocupación.

Normalmente la gente que sufre de ansiedad no lo comenta. Se suelen encerrar en sí mismos.

Pero si de alguna forma se abren y se lo cuentan a alguien, esa persona entonces se convierte en una de las más importantes de su vida.

Y así le pasó a Nikki, su madre era esa «persona».

Merece la pena tomar unos minutos para leer su emotiva y desgarradora historia. Es increíblemente bonita e importante y espero que la leas hasta el final.

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Esto es lo que escribe Nikki sobre sí misma:

”La angustia ha formado parte de mi vida desde que puedo recordar. Ha estado tan presente que realmente no recuerdo esa parte de mi vida en la que no existía. Y si padeces de angustia, sabes también que siempre existe una persona especial. Esa persona que te tranquiliza en mitad de un ataque de angustia.

Esa única persona para mí era mi madre. Sabía perfectamente lo que debía decir, como debía decirlo. Te miraba directamente a los ojos y te hablaba para transportarte de nuevo a la realidad. Sus palabras y apoyo siempre eran más fuertes que mi angustia. Yo esperaba que siempre estuviera aquí conmigo, pero todo ha cambiado ahora…

Solo unas semanas después de que mi marido y yo nos casáramos, tuve de nuevo un fuerte ataque de ansiedad. Y le dije a mi marido: «Tengo que llamar a mi madre».

Él se calló y después respondió: «¿Y por qué no tratas de hablar conmigo en vez de con ella?» «Dame una oportunidad para demostrarte que puedo apoyarte de igual manera que tu madre».

Y así lo hice. Le di una oportunidad de ayudarme y aliviarme la angustia y realmente fue como hablar con mi madre. Era como si hablara con «esa persona».

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Las conversaciones que tenía con mi madre cuando padecía ataques de ansiedad se fueron reduciendo poco a poco. Ella nunca preguntó porque, nunca hizo esa pregunta – ni una sola vez.

Las madres como la mía son uno de los pocos ejemplares que quedan.

El día que murió mi madre llamé a mi marido y le dijé: «Mi persona» ha desaparecido. «Esa persona que me conocía y me quería con toda mis grietas. La única que podía calmar mi miedo y mi angustia, se ha ido para siempre».

Y entonces mi marido comenzó a contar otra historia sobre mi madre. Una historia sobre ella que nunca había escuchado antes, ya que no quería que lo supiese.

Parece ser que mi madre le entregó un mensaje a mi marido el día de nuestra boda. Un mensaje secreto que solo leyeron ellos dos. Un papel con este título «Así es como uno es la persona de Nikki».

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Era una guía de pasos a seguir que solía utilizar conmigo cuando se presentaba un ataque de angustia.

Paso 1: Solo escuchar.
Paso 2: Escuchar un poco más.
Paso 3: No trates de solucionar el problema.
Paso 4: Dile que la entiendes.
Paso 5: Sigue escuchando hasta que ella misma haya ordenado sus pensamientos. Ella lo va a hacer, siempre lo hace. Quizá no lo sepa todavía, pero siempre lo soluciona.

Mi madre nunca me abandonó, y dejó de ser «mi persona» porque así lo quería. Ella deseaba que mi marido supiera como hacerse cargo cuando ella ya no pudiera estar más con nosotros.

Facebook / Grief To Hope with Nikki Pennington

Ella dejó de ser «mi persona» porque quería que yo tuviera «otra persona», independientemente de quién fuera.

Pero mamá, tu siempre serás «esa persona». Siempre.

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