Cuando la epidemia de coronavirus se desató en la provincia de Wuhan, en China, en muchas partes del mundo se tomó con escepticismo. Algunos achacaron el revuelo generado con exageración mediática o un retorcido manejo de gobiernos o multinacionales farmacéuticas.
Desgraciadamente, el virus no entiende de fronteras ni de escepticismos, y ahora es una aterradora realidad en gran parte del mundo donde la cantidad de casos están colapsando los servicios de salud.
Italia con más de 24.000 contagiados y 2500 fallecidos por el coronavirus según el último balance divulgado por el jefe de Protección Civil, Angelo Borrellli, es actualmente uno de los países más afectados del mundo por la pandemia.
Desde allí narró un médico llamado Gianni Zampino, de 40 años, su odisea al enfermar por coronavirus al telediario RAI UNO, escribe ABC.
Según informó el diario español ABC portando una mascarilla en un video que grabó en el departamento de cuidados intensivos, “demasiada gente se toma a la ligera este maldito virus. Personalmente, me destrozó la vida, que hasta hace poco transcurría tranquilamente. Trabajaba, cuidaba de mi padre y practicaba deporte. Como otros muchos no di importancia a este virus, pero desgraciadamente ha entrado en mi cuerpo y en mi vida, matando a la persona que más quería en el mundo: mi padre”.
En el video de tres minutos hizo un llamamiento a todos los que comparan al coronavirus con una gripe: “No lo es en absoluto. El virus ha tomado posesión de mi y de mis vías respiratorias. Transcurro el día ligado a un respirador. No logro dormir y tengo la sensación de encontrarme en una película de terror. Les pido que se queden en sus casas. Esto no es un juego.»
Otro médico llamado Angelo Vavassori, de 53 años y reanimador en el hospital de Bérgam relató: “Al no poder respirar temí no ver nunca más a mi mujer y nuestros cuatro hijos. Hasta ese momento había curado a otros. He visto pacientes morir, conozco la agresividad del virus. Pero a quien está luchando le digo que no se debe paralizar por el miedo.”
Vassori explicó que cayó enfermo, no le entraba aire en los pulmones y casi perdió la vista.
Cuando enfermó se aisló en su casa y su familia tomó medidas para no contagiarse. Él estaba encerrado en su habitación y le entregaban y retiraban la comida con guantes de goma y mascarilla. A pesar de las medidas, su esposa y su hijo mayor enfermaron.
Al notar que su situación empezaba a ser crítica, porque podía respirar pero ya no le entraba oxígeno, fue ingresado en el hospital. Perdió el conocimiento y tuvo que ser intubado, mientras a su vez sus compañeros le administraban antirretrovirales.
“Ahora sé en qué consiste esta aceleración que cancela pasado y presente, el confín entre la vida y la muerte”, dijo, “este drama nos enseña el valor de cada pequeña cosa”.
Tras pasar su propio calvario ambos médicos coinciden en decir: “Por favor quédense en sus casas”. Es la mejor forma en que todos podemos ayudar a los médicos y a contribuir en proteger a todos de esta terrible pandemia.
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