Aunque la medicina ha avanzado mucho y antes del nacimiento ya se puede saber mucho de cómo va a ser el bebé en camino, aún la naturaleza nos sigue dando sorpresas.
A Nicola y Todd Bailey la vida les tenía preparado una grande. La noticia les llegó de la forma más desagradable: «Lo siento», le dijo el médico tras el parto.
Nicola y Todd Bailey eran padres de una niño de 4 años, Lucas, cuando recibieron la feliz noticia de que Nicola estaba embarazada, informa La Nación.
«Tuvo un extraño presentimiento cuando vi que iba engordando mucho más rápido que en mi anterior embarazo», cuenta Nicola, y añade que también se encontraba peor.
Esto tenía una explicación: esperaba mellizas.
Rompió aguas a las 32 semanas de embarazo, y los médicos pudieron detener las contracciones. Las mellizas, Harper y Quinn, nacieron una semana después, era el mes de febrero.
«Nada más verlas, mi corazón se derritió. Las dos eran preciosas.»
Las niñas, como es habitual en el bebés prematuros, necesitaron cuidados especiales tras nacer.
Pera solo 30 minutos después de dar a luz, el médico le dijo a Nicola: «Lo siento».
Los médicos sospechaban que Harper tenía síndrome de Down. Las análisis y pruebas que le realizaron lo confirmaron después.
La pareja no sabía que su hija Harper tenía el cromosoma extra que causa el síndrome de Down hasta que llegó al mundo, 38 minutos después que su hermana, Quinn.
«Nuestra familia es perfecta y no la cambiaría por nada del mundo», cuenta Nicola a Inside Edition.
«Harper es Harper y Quinn es Quinn,» dice su madre. «No son la misma persona e intento no compararlas, aunque sea difícil».
Nicola, de 32 años, es enfermera y ahora trabaja para concienciar sobre esta condición, que causa una serie de retrasos y disfunciones físicas.
Yo ahora quiero compartir su historia, y te invito a hacerlo también, para ayudar a esta madre a difundir su mensaje. Y sinceramente, las dos pequeñas me parecen igual de preciosas.